"Una leyenda negra
rodea a los hongos desde tiempos inmemoriales"
Innumerables veces M. Teresa
Tellería se ha enfrentado a la misma situación: “¿A qué te dedicas?”, le
pregunta alguien. “Soy micóloga”, responde ella. Inmediatamente, esta
investigadora del CSIC anticipa con inquietud la siguiente pregunta: “¿Y eso
para qué sirve?” Entonces Tellería recurre a una frase que leyó hace tiempo en
un libro cuyo título no recuerda: “La ciencia es un edificio que se construye
con la aportación de muchos pero con el nombre de unos pocos para recordarlos
más fácilmente”. Ella estudia los hongos, unos organismos que no pertenecen al
reino vegetal ni al animal, sino que tienen uno propio: el reino Fungi.
La micóloga M. Teresa Tellería.
/ CSIC.
Uno de los rasgos que definen a los hongos es su asombrosa diversidad.
Entre las 100.000 especies conocidas, cuenta en su libro que existe en EEUU una
cuyo tamaño puede alcanzar 800 hectáreas. ¿Cómo es posible?
Hay una especie, Armillaria
ostoyae, que efectivamente ocupa muchísimas hectáreas, hasta 890. Es un
parásito que fructifica en la base de los árboles. Su micelio –la parte
subterránea del hongo que le permite absorber los nutrientes– penetra por la
raíz del árbol, tapona sus vasos y lo mata, así que donde crece crea unos
inmensos rodales de árboles muertos. De este modo en el estado de Oregón se
dieron cuenta de que este parásito estaba muy extendido. Pero existía la duda
de si se trataba de uno o de distintos ejemplares de la misma especie. Tomaron
pequeñas muestras de micelio y comprobaron que eran clónicas. Era un solo
ejemplar. Como se sabe aproximadamente cuánto crece un micelio al año, al medir
su extensión calcularon también su antigüedad, 2.400 años. Por eso se cree que
este ejemplar de Armillaria es el organismo más grande y más longevo del mundo,
superando a las secuoyas y a la ballena azul.
¿Cuáles han sido los mayores avances de la micología en los últimos
años?
Hasta mediados de los 80, la
micología era una ciencia eminentemente descriptiva. Los estudios se basaban
casi exclusivamente en el análisis de los caracteres morfológicos y las
hipótesis filogenéticas eran difíciles de probar. Con el desarrollo de las
técnicas moleculares aplicadas a la filogenia y a la sistemática, la micología
dio un paso de gigante. Esto ha supuesto una auténtica revolución que ha
permitido, entre otras cosas, saber que los hongos están más relacionados con
los animales que con las plantas.
Volvamos a su sorprendente diversidad. Dentro de los hongos hay
parásitos y también especies muy beneficiosas para los ecosistemas. Entre los
más dañinos te refieres en su libro a un hongo que en el siglo XIX puso en
peligro la industria de la seda.
Sí, Nosemabombycis, un
microsporidio que mataba a los gusanos de seda. Este grupo de organismos, que
hoy sabemos que están íntimamente relacionados con los hongos, han estado
bailando por diferentes puntos del árbol de la vida, porque antes se les
consideró animales y vegetales.
Otra curiosidad que cuenta es la extraña enfermedad de la nariz blanca
que ha afectado a millones de murciélagos.
Sí, el causante es un hongo que
de momento solo afecta a los murciélagos de EEUU. Los europeos parece que son
inmunes a él. Este organismo provoca en los murciélagos un cambio de
comportamiento que los lleva a la muerte. Esta especie patógena, conocida como
Geomyces destructans, es capaz de vivir y reproducirse en ambientes fríos. En
el invierno, los murciélagos afectados se despiertan de la hibernación y salen
de las cuevas. Al estar muy bajos de defensas y reservas, y tener que
enfrentarse a un ambiente muy frío, caen rápidamente fulminados.
Precisamente por su diversidad da la impresión de que los hongos son
mucho más sofisticados de lo que aparenta su aspecto.
Creo que su éxito evolutivo está
en que han hecho de sus defectos virtud. Son organismos heterótrofos, es decir,
dependen de otros para sobrevivir (no como las plantas, que son capaces de
sintetizar sus propios alimentos por medio de la fotosíntesis). Los hongos,
como los animales, viven a expensas de lo que el medio les proporciona, pero
además no tienen la capacidad de desplazarse para buscar el alimento. ¿Qué
hacen? Han desarrollado mecanismos muy exitosos: por un lado, tienen un
poderosísimo sistema enzimático que les permite degradar casi todo, incluso la
lignina; por otro, digieren el alimento fuera de su cuerpo para después
ingerirlo por absorción, porque no tienen estómago; y además tienen la
capacidad de crear alianzas con todo tipo de organismos, animales y vegetales.
Un ejemplo típico son las micorrizas, es decir, las alianzas de los hongos con
las plantas. El 90% de las plantas de nuestro planeta no podrían vivir sin los
hongos que llevan asociados y que les ayudan a absorber elementos como el
fósforo y otros nutrientes necesarios.
Dejemos a un lado la biología. También ha estudiado la relación del ser
humano con los hongos, una relación que describes como de amor-odio.
Despiertan en nosotros unas
relaciones de amor-odio porque, aunque existen pocas especies venenosas
mortales, despiertan miedo.
Los hongos son unos organismos
muy mal conocidos e interpretados. Cuando se habla de ellos, todo el mundo
piensa en su lado gastronómico. Eso es confundir una pequeña parte con el todo.
También se suele decir que son plantas, que es lo mismo que afirmar que las
ballenas son peces o que los murciélagos son pájaros. Incluso el diccionario de
la RAE los describe como plantas talofitas sin clorofila, cuando constituyen un
reino independiente más emparentado con los animales. Además despiertan en
nosotros unas relaciones de amor-odio porque, aunque existen pocas especies
venenosas mortales, despiertan miedo. En general tenemos una idea muy maniquea
de los hongos: los hay buenos y malos, los demás no existen, cuando los
comestibles y venenosos son un porcentaje muy pequeño de las 100.000 especies
hoy conocidas.
También tienen una vertiente más mitómana o morbosa que los relaciona
con algunos envenenamientos históricos.
Sí, por ejemplo el del emperador
Claudio. La leyenda cuenta que le pusieron en un plato Amanita phalloides, que
es mortal, camuflada entre otras setas comestibles, aunque algunas
investigaciones recientes sostienen que su muerte se debió a un accidente cerebrovascular.
También se ha utilizado a los hongos en las novelas policiacas, para cometer
asesinatos por envenenamiento. Luego está la historia del cornezuelo del
centeno, un hongo que por los síntomas que provocaba su envenenamiento se
asoció con la brujería, o el uso de los hongos alucinógenos. Son organismos que
han estado siempre rodeados de cierto misterio, de una especie de leyenda negra
que viene de tiempos inmemoriales.
Pero también están en boga por su vertiente gastronómica.
Sí, y son por ello una fuente
importante de riqueza económica. En el libro se explica cómo el cultivo de la
trufa negra tiene un importante impacto socioeconómico en algunos puntos de la
España rural.
Ha escrito libros y participa en actividades de divulgación. ¿Por qué
considera que es importante trasladar el conocimiento científico a la sociedad?
Para mí la divulgación científica
es una de las facetas más atractivas de la investigación. La divulgación
requiere hacer un esfuerzo muy grande de síntesis, de entender las cosas a
fondo para poder transmitirlas de un modo sencillo. Esa labor de recopilar la
información, digerirla y divulgarla es apasionante y muy gratificante.
Fuente: CSIC
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